Sin complejos #VotoPorEspaña

Soy una mujer llena de complejos, lo asumo y lo reconozco públicamente.  Dicho lo cual, también debo reconocer que si bien soy condescendiente con los complejos ajenos, con los complejos que tienen nombre y apellidos, no lo soy con los complejos que  exhiben y/o ocultan los partidos políticos. No conozco partido alguno que no sufra este mal y con ello nos toca, por extensión, sufrirlo a los ciudadanos, lo cual es bastante injusto.  No llevo bien cargar con culpas, traumas, temores o complejos ajenos.  Bastante tengo, -tenemos-  con los propios.

Nuestros políticos se pasan la vida simulando ser lo que no son, por miedo o vergüenza de reconocer o asumir su real condición.  Se mueven sobre la débil cuerda del disimulo, cual malabaristas intentando no caer al vacío, y menos aún por el lado equivocado. Arrastran sus complejos como una carga que no obstante va dejando huella en su vida pública.

Con cuánto ahínco y esmero se embadurnan cada mañana con el maquillaje de la ambigüedad, ignorantes de que los votantes lo que ansiamos es poder votar a partidos honestos, sinceros, que no tengan empacho alguno en reconocer "somos de derechas, de izquierdas, comunistas, anarquistas, defensores de la vida o lo contrario, monárquicos, cristianos, laicos... " lo que sean, pero que lo clamen, lo firmen, lo declaren, para que sepamos a quién confiar la papeleta o a quien negar incluso el pan y la sal. Y una vez reconocido, que actúen en consecuencia,  con valor y honestidad, y rindan cuentas al pueblo soberano, como debe ser.

Si Podemos es un partido comunista -que lo es-, que lo digan. ¿A qué siniestro (nunca mejor dicho) juego juegan Pablo Iglesias y los suyos? ¿Tan estúpidos nos creen como para no conocer sus mimbres? El Capital fue editado hace ya muchos años, tantos como los que pretenden hacernos retroceder en libertades. Quizás pretenden barrer para casa los votos que cayeron del bolsillo de otros partidos, pero escondiendo la hoz y el martillo para no ahuyentarlos, que los comunistas en España han sido siempre cuatro gatos.

Si el PP es un partido de centro derecha que lo diga y actúe en consecuencia y si cojean hacia la socialdemocracia, que lo confiesen y se disuelvan, se refunden o tomen las medidas que procedan, pero que dejen de engañar, y si quedan en barbecho el centro derecha y la misma derecha, que surja un nuevo partido al que migrar, que no todos deseamos ir a llorar a los brazos de Albert Rivera.

Si Ciudadanos aún no tiene claro a qué carta quedarse, que se declaren partido comodín y si lo que hacen es probarse ora una traje rojo, ora un traje azul para ver cuál combina mejor con el naranja, pues que lo reconozcan. Nunca faltará gente que considere la indefinición una virtud, pero que no traicionen la confianza de aquellos que, desengañados, acuden a su puerta en busca de la confiabilidad perdida.

Quiero saber en qué y con quién van a invertir o dilapidar el valor de mi voto.  Hasta dónde están dispuestos a tensar la cuerda de la negociación en el juego de la silla y cuáles de mis valores se van a perder por el camino, esos valores a los que yo no estoy dispuesta a renunciar, y que meteré en la urna, de nuevo confiada. Los españoles necesitamos ahora más que nunca saber qué pueden ofrecernos los partidos, más allá de corrupción, traición y estrategia. Ya nos han engañado demasiadas veces y no estamos dispuestos a tragar las ruedas de molino de cualquier pacto.

Quiero saber la ideología real de cada partido y que la defiendan con orgullo, sin ponerla a los pies de los caballos de pactos traidores, que pisotearán vuestro voto y el mío en su lucha por el poder.
No nos merecemos gobernantes acomplejados. Quiero líderes que tengan la valentía y la osadía de declararse liberales, de centro, de derechas, socialistas, comunistas...  Y que digan qué van a hacer con mi voto, con el vuestro. Que digan quién defenderá la vida, la unidad territorial, la memoria de las víctimas, la democracia real, la economía, el empleo, el bienestar. Incluso quién está dispuesto a transformar nuestro sistema, nuestro Estado, en algo diferente.

Millones de españoles no sabemos a quién votar.  Ninguna opción es buena, aunque algunas son peores que otras, por supuesto. Debemos elegir entre susto y muerte y yo no quiero morir ni vivir asustada. Soy, como muchos de vosotros, una española decepcionada, una votante defraudada y una ciudadana escarmentada. Sé lo que quiero pero ignoro dónde encontrarlo. Quiero votar por España, eso es lo único que tengo claro y como no tengo complejos de tipo político, lo declaro y firmo.

#VotoPorEspaña 





Lagartija
Lagartija

Políticamente incorrecta. Lic. en Filosofía y CC. de la Educación. Profesora. Psicóloga. También escribo en infohispania.es

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