Pablo, el encantador de serpientes

Pablo, te veo feliz y confiado, seguro de una victoria que todos te auguran pero que yo te digo que no va a llegar. No va a llegar porque el efecto Podemos se va a diluir como azucarillo en el vaso del miedo, la desconfianza y la incertidumbre. 

El ser humano necesita soñar porque los sueños son pinceladas de color pastel en la realidad oscura. Y tú has llegado a la política española para pasearte por los sueños de los que habitan en una sórdida realidad y necesitan encomendarse a un salvador. Pero incluso esos soñadores más desesperados tienen su parte racional y saben que los salvadores no existen y que los cantos de sirena sólo sirven para ahogar a desprevenidos marineros. Y esos presuntos votantes que aplauden tu voz, agitan las banderas y cantan los salmos de los que os enorgullecéis de no tener banderas ni credos y responden SÍ a las encuestas, esos, Pablo, en el último momento no van a confiar en quien saben que no es más que un vendedor de humo. 

El blanco humo de la libertad, del todos iguales, del derecho universal al salario y la vivienda aunque no des palo al agua... ese humo que en realidad es una columna de humo negro y tóxico que se levanta sobre las cenizas de los incautos que confiaron en el discurso comunista que llegó, en realidad, para convertirlos a todos en cadáveres. Todos iguales. Todos muertos. Del rojo al negro en un momento. 

Pero en España es difícil que un comunista nos la pegue, a pesar de que muchos compatriotas juegan a declararse comunistas, porque hay mucho imbécil que considera que queda glamuroso un puntito de rebeldía roja. Te equivocas si crees que con tu discurso naif, con tu imagen nívea, con esas puestas en escena tan pretendidamente casuales pero tan maquilladas, alguien se va a tragar el cuento. 

Tú, los tuyos y tu partido, sois como la chica facilona, o el chulo piscinas, que sirven para un revolcón ocasional. Ese "rapidito" que se echa cuando la necesidad acucia y no hay un plan mejor.  Muchos "se están corriendo" estos meses con vosotros, pero eso no significa que os vayan a llevar al altar de la urna. 

Te equivocas si crees que la gente es tan ingenua como para confiar su futuro a quien, en el fondo, saben que no es más que encantador de serpientes. Tú quedas muy bien, Pablo, en el escenario edulcorado del sueño de los necesitados. Te paseas por el imaginario colectivo de miles de personas, que crees ingenuas, pero la ingenuidad se transmuta en desesperación cuando acucia el hambre y en esos momentos definitivos del voto, saldrá a flote la razón y de un manotazo espantarán el sueño, y aferrados a la realidad, votarán a alguien que quizás venga a robarles el dinero, pero que no les robará más que eso.


Lagartija
Lagartija

Políticamente incorrecta. Lic. en Filosofía y CC. de la Educación. Profesora. Psicóloga. También escribo en infohispania.es

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